Hace unos meses, me enteré de que mi vecino del piso de al lado, un anciano japonés con el que apenas había cruzado unas palabras en la puerta del edificio, se mudaba y dejaba su apartamento. En ese momento, no consideré que fuera una noticia relevante para mi vida. Sin embargo, todo cambió el día de su mudanza.
Ese día, noté algo inusual. Vi entrar y salir del piso a muchas personas, supongo que familiares que estaban ayudando con la mudanza. Pero lo que realmente captó mi atención fue la cantidad de cajas y bolsas de basura que sacaban. Un tanto sorprendido, me retiré a mi casa y dejé que continuaran con sus quehaceres.
Al día siguiente, me encontré en el rellano con la presidenta de la comunidad, quien confirmó mis sospechas: efectivamente, estaban deshaciéndose de basura. Al parecer, mi vecino sufría del síndrome de Diógenes, y su piso era un auténtico desastre debido a la acumulación de basura, la humedad y la falta de ventilación.
La presidenta me preguntó si quería ver el interior, a lo cual respondí afirmativamente. Cuando entré, me encontré con un ambiente opresivo, cargado de humedad y saturado de olores difíciles de describir. No obstante, al encender la luz, quedé maravillado.
La humedad, la grasa de la comida y la falta de ventilación habían transformado las paredes, el techo y el suelo en un despliegue de colores sorprendentes, otorgando al piso un aire que me recordó a los escenarios de las pinturas barrocas.
Ante tal visión, mi primer pensamiento fue: "Aquí tengo que hacer fotos". Compartí mi idea con la presidenta de la comunidad, quien me miró con incredulidad y exclamó: "¿Aquí quieres hacer fotos? ¡Está todo lleno de mierda!" A lo que le respondí que, aunque ella no lo percibiera, había una belleza en ese caos.
Tras un breve silencio, ella asintió y dijo: "Haz lo que quieras, tú sabrás..."
Y eso hice...
A few months ago, I found out that my neighbor from the next-door apartment, an elderly Japanese man with whom I had only exchanged a few words at the building's entrance, was moving out and leaving his apartment. At that moment, I didn't consider it to be significant news in my life. However, everything changed on the day of his move.
On that day, I noticed something unusual. I saw many people entering and leaving the apartment, presumably family members helping with the move. But what truly caught my attention was the amount of boxes and bags of trash they were carrying out. Somewhat surprised, I retreated to my own home and let them continue with their tasks.
The next day, I encountered the community president in the hallway, who confirmed my suspicions: indeed, they were getting rid of trash. It turns out that my neighbor suffered from Diogenes syndrome, and his apartment was a complete disaster due to the accumulation of garbage, humidity, and lack of ventilation.
The president asked me if I wanted to see the inside, to which I replied in the affirmative. When I entered, I was met with a suffocating atmosphere, laden with humidity and saturated with indescribable odors. However, when I turned on the light, I was amazed.
The humidity, food grease, and lack of ventilation had transformed the walls, ceiling, and floor into a display of astonishing colors, giving the apartment an atmosphere that reminded me of scenes from baroque paintings.
Faced with such a vision, my initial thought was, "I have to take photos here." I shared my idea with the community president, who looked at me incredulously and exclaimed, "You want to take photos here? It's full of filth!" To which I responded that, even though she couldn't see it, there was beauty in that chaos.
After a brief silence, she nodded and said, "Do as you wish, you'll know best..."
And that's what I did.
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